“Me siento deprimida”, “estoy angustiado”, “me falta el aire, tengo que salir”: tras estos y otros pensamientos salimos de compras, con la idea de que gastar aliviará nuestra ansiedad o disgusto.
Sentimientos de tristeza, rabia, incomprensión, desatención y soledad, encuentran su vía de escape en la compra de artículos muchas veces no necesarios que nos aportan satisfacción.
Compulsión, ¿qué es?
Entre las causas que mueven a comprar de forma desmesurada se encuentra un descontrol de impulsos y un pensamiento irracional que surge de una necesidad, de la falta de autoestima, de un vacío o de la imposibilidad de soportar frustraciones y problemas.
Muchas veces, los adictos a las compras no estrenan sus adquisiciones y las acumulan en casa produciéndoles un sentimiento de culpabilidad que les mueve a volver a las tiendas, a veces a escondidas, para quitárselo y sentirse feliz. “Es un círculo vicioso y una enfermedad muy difícil”.
Respecto a la forma de detectar a los compradores compulsivos, psicólogos declaran que es una “adicción encubierta” porque la persona no reconoce que tiene un problema y ve normal su comportamiento”, ya que vive en una sociedad “totalmente consumista”.
Perfil del comprador compulsivo
En cuanto al perfil, afecta más a mujeres que a hombres y la edad oscila entre los 30 y los 40 años, aunque el auge de las nuevas tecnologías ha originado una nueva clase formada por adolescentes cuya “única forma de ocio es salir a adquirir el último videojuego que ha salido al mercado”.
¿Por qué hablamos de adicción?
Una conducta sólo se considera adicción cuando el individuo presenta estos tres rasgos: tolerancia(necesidad de consumir cada vez más para lograr la misma emoción), síndrome de abstinencia(cuando no se puede satisfacer la adicción) y pérdida del control (incapacidad de frenar en el consumo).
Podemos pensar que existe una adicción a las compras cuando:
• Cuando nos sentimos tristes, deprimidos o enojados, lo único que nos calma es ir de compras.
• Compramos con frecuencia cosas poco útiles, que después nos arrepentimos de haber adquirido.
• Tenemos la casa llena de artículos que no hemos usado y que nos resultan inservibles.
• Nos precipitamos a la hora de comprar, porque no podemos controlar nuestros impulsos.
• Del entorno nos llegan mensajes críticos con nuestra desmedida afición a comprar.
• Aun a pesar de haber comprado muchas cosas o haber realizado un gran gasto, nos sentimos insatisfechos cuando reflexionamos en casa sobre los objetos adquiridos.
• Vemos que se nos va el dinero sin darnos cuenta, y a menudo estamos irritados por haber gastado el dinero tontamente.
• Cuando vemos algo que nos gusta, no paramos hasta comprarlo.
• Adquirimos productos “milagro” que intuimos o sabemos que son inútiles.
• Cuando recibimos el extracto de la tarjeta de crédito, nos sorprende la cantidad e importe de las compras que hemos hecho.
• Nuestro tiempo libre lo dedicamos preferentemente a visitar los centros comerciales o ir de escaparate en escaparate.
Cuando el comprar se convierte en necesidad irreprimible surge el problema.
Fuente: CAT (Barcelona)