Se anuncian como “la mejor arma para regenerar fuerzas”. Su consumo aumenta cada día, y, sobre todo, entre la juventud, y en época de exámenes. Pero… ¿son seguras? ¿Pueden acarrear efectos secundarios?
Este tipo de bebidas no contienen alcohol; ofrecen, sin embargo, una sensación de superación del cansancio y del agotamiento, desintoxicación del cuerpo y un incremento de la capacidad mental. Se componen de ciertas vitaminas, cafeína, azúcares y otras sustancias naturales orgánicas, por lo que suplen al momento la sensación da agotamiento, pero el cansancio muscular persiste. Es por lo que, una vez desaparecido su efecto, el cansancio vuelve a aparecer.
Estas bebidas también entrañan ciertos riesgos: En opinión de Miguel Ángel Rubio, representante de la Asociación Española de Endocrinología y Nutrición “no debemos olvidar que en una lata de 250 ml. contiene el doble de cafeína que una taza normal de café o una cola refrescante”. Por tanto, al consumir dos o tres latas de bebidas energéticas, podrían aparecer los siguientes síntomas: irritabilidad, falta de energía, cambios de humor, agresividad, ansiedad, crisis de pánico y, en algunos casos, episodios psicóticos. En caso de padecer alguna enfermedad del corazón o nerviosa este tipo de bebidas se deberán consumir con mucho cuidado y evidentemente, sin superar la cantidad recomendada.
Por otro lado, existe también el riesgo de dependencia. Aún no siendo tan adictivas como el alcohol, la sensación – aunque pasajera – de bienestar, puede producir dependencia física o social.
Fuente: El país